Mami, no estoy
de acuerdo contigo
(Respeto, educación)
- Eso me tranquiliza. Lo anormal sería que lo estuvieras.
- ¿ Y entonces?
- Entonces te pondría el termómetro creyendo que estabas enfermo.
- Enrique, mamá, siempre está rebosante de salud. Lo que pasa es que los adolescentes son el partido de la oposición.
- Si, yo estoy con Juan. ¿Y sabes lo que dijo ese amigo de papá que vino ayer?
- No, yo no estaba.
- Pues dijo que los perros eran mucho más educados y más fáciles de manejar que los hijos: Salen a saludarlo a uno cuando llega y no piden permiso.
- ¡Mira mami, quiénes están hablando! Dos seres superiores llamados universitarios, que creen que porque «pasaron» lo pueden mirar a uno desde su pedestal. ¡Ja!
- Tal vez exageras, Enrique. Pero estoy de acuerdo contigo. Tus dos hermanos apenas están diciéndole adiós a la adolescencia y ya la dan por superada. Sin embargo, ninguno de los dos estuvo de acuerdo con tu papá, cuando habló de la película que vimos. Así que…
- Un plátano diciéndole a otro racimo.
- Ahora vamos a resultar nosotros los malos del paseo.
- No, Liliana, quise ponerlos a pensar. Pero nos salimos del tema.
- ¿Cómo así?
- Dejamos a Enrique sin respuesta. No sabemos en qué disiente de su madre. Y a mí me gustaría saberlo. Ya saben que me dicen algo sobre comunicación y… lista, sea la que sea.
- Pues tú dices que yo pierdo el tiempo y yo no lo creo. Lo que pasa es que soy una persona muy activa y hago muchas cosas.
- No, hijo. Quieres hacerlas, pero no las haces o las haces a medias.
- Y «el que mucho abarca, poco aprieta». Además todo el que te conoce sabe que llegas siempre media hora tarde, por lo menos. Y eso es tiempo que se te va como el agua por entre los dedos y no regresa. Lo pierdes tú y lo pierden los que te esperan.
- Pero…
- Pero ya llegaron los que vinieron a estudiar contigo. No los demores que mañana seguimos con el tema que es… largo.