¡Mami qué aburrición!
(Alegría, diligencia, integración con la naturaleza)
- En esta casa, jovencito, no se da permiso para aburrirse.
- ¿Y yo qué hago si me aburro?
- Vive.
- ¿Acaso estoy muerto?
- Es evidente que no. Los muertos no se aburren, descansan.
- Y no se meten en lo que no les importa, como hace mi hermana.
- Ya van a pelear
- Es que Cristina… Bueno, de todos modos sigo aburrido.
- ¿Y cómo te sientes?
- ¡Harto!
- ¿Y eso te parece el estado ideal?
- No, pero no veo oportunidad de desaburrirme. Admito que el término no es castizo, pero sí expresivo. Los amigos están desaparecidos y a Sandra no la dejan salir sola conmigo.
- Tráeme el periódico.
- ¿Me vas a ilustrar con las noticias: La guerra, el desempleo, los pobres…?
- Que me traigas el periódico.
- Está bien, por lo menos me desplazo.
- Mira aquí, David, o mejor lee.
- «Gozar con las cosas sencillas».
- ¿ Te acuerdas de tu abuela?
- Esa sí era gozona, ¿pero qué tiene que ver?…
- Ven conmigo al patio. ¿Oyes al pájaro chillando?
- Sí, pero ¿qué, es eso? Ese más chiquito que llegó le está dando comida.
- Así es.
- Descarado, grandote abusivo. Yo nunca había visto eso.
- Es que hay pájaros ladrones de nidos. ¿Sabías?
- No, ¿y por qué?
- Porque son perezosos como algunos seres humanos y ponen los huevos en nido ajeno, para que les críen los pichones.
- ¿Y tú cómo sabes?
- Gozo viendo llegar los pájaros, observo, me intereso y pregunto. Por eso. Y como lo que acabamos de ver hay maravillas en el mundo que nos rodea. Maravillas que nos perdemos porque no nos interesamos: Un atardecer, una flor, las estrellas en la noche, un niño descubriendo el mundo. Hay miles de cosas sencillas, curiosas y bellas. Pero…
- Nos aburrimos. Ya entendí mami. Caí, como dice papi.