Pablo, ¿tú por qué te fuiste de cura?
(Vocación, espiritualidad)
- Esa es una historia muy larga. Es la historia de toda una vida.
- Bueno, ¿pero cómo empezó?
- Muchas veces uno no sabe ni cómo, ni cuando empieza una vocación.
- ¿Por qué será que todo lo de ustedes tiene que ser con misterio?
- No hombre. No es que uno se lo ponga, sino que en realidad allí hay un misterio.
- ¿Cuál?
- Un misterio es una cosa que por, un lado es clara y por el otro oscura. Es como el amor: Lo entiendes y no lo entiendes.
- Eso sí es cierto. Yo a veces me pregunto por qué quiero tanto a mi novia.
- En mi caso hay un llamado de Dios, a través de cosas comunes y corrientes.
- ¿De qué cosas, Pablo?
- Pues mira, yo nací en una familia donde tenían fe. Éramos muchos y nos educaron en la ayuda a los demás.
- Pero uno puede ayudar a los demás en cualquier profesión. Yo precisamente quiero ser médico.
- Sin embargo, yo creo que hay formas más profundas y definitivas de ayudar a los demás. Fíjate que el trabajo de uno consiste en promover la fe, en dar los sacramentos y en estar siempre con la gente: Cuando sufre, cuando goza, cuando duda, cuando se equivoca y sobre todo cuando busca a Dios.
- ¿Pablo y eso sí lo entiende la gente?
- Es que no es de entenderlo, es de sentirlo, de vivirlo. Todos, tenemos momentos en la vida en que necesitamos los valores. Los valores religiosos, que nos expliquen tantos enigmas como encierra la vida.
- ¿Y tú tienes soluciones para todo?
- Soluciones, no… Pero sí puedo acompañar a la gente, caminar con ella…
- Entonces tú no haces sino dar. ¿No eres humano? ¿No necesitas nada?
- ¡Claro que sí! Necesitamos cariño, apoyo, ayuda. De todos modos, al realizar nuestro sacerdocio estamos recibiendo, nos estamos realizando.
- Pero Pablo, ¿la vida de ustedes no es muy sola?
- Eso depende de como tú la vivas. Ser sacerdote es una forma de amar…
- ¿Y por qué se han salido tantos?
- No son tantos, lo que pasa es que de los que se van se sabe, y los que trabajan calladamente nunca son noticia.
- ¿Y hoy sí hay quién se meta de cura?
- Esta crisis que vivió la Iglesia y que vivimos los sacerdotes ya está pasando. Muchos jóvenes de hoy tienen un sentido de los valores, de la generosidad y del servicio, que los atrae al sacerdocio. Pero sabes, es sobre todo la familia la que hace al sacerdote.
- ¿Y eso por qué?
- Porque es la que forma personas sanas y equilibradas. Sobre una persona así se puede construir un buen médico, un ingeniero, una enfermera, un padre, una madre o un sacerdote. Sin esa estructura básica, es muy poco lo que se puede hacer.
- ¿Y el mundo de hoy sí necesita sacerdotes?
- El mundo los ha necesitado siempre. Lo que pasa es que cada época debiera tener el tipo de sacerdote acorde con sus necesidades. Hoy esperamos un sacerdote que sea amigo, que sea impositivo, que vaya él a buscar a la gente, que traduzca a Dios al lenguaje de los hombres. Que haga de la liturgia un lugar de encuentro comunitario con el Señor.