¡Papi y mami, ya no más!
(Educación, capacidad de compartir)
- Veamos. ¿Qué pasa, Ana María?
- Papi, que me volví incompetente.
- ¡Explícate!
- Me explico: ¡Me río de la famosa liberación femenina! ¿Sabes cuál fue? Que cogimos el trabajo del hombre y nos quedamos con el que ya teníamos. Los dos trabajamos. Hasta ahí vamos bien. Pero las cosas cambian cuando llegamos a la casa.
-¿En qué sentido, hija?
Acto único:
- Pedro llega, se quita el saco, exclama: ¡Estoy fundido! Y se estira cuan largo es en el sofá. Yo sigo parada e igualmente fundida. Entonces el agotado ejecutivo joven alcanza el periódico y dice:
- Ana, ¿no hay jugo? Sí, de naranja.
- Tráeme uno, pero helado. Dos troncos de hielo…
Comparece Ana María con el jugo.
-¿En esta casa es que no hay ceniceros?
- Sí, señor, a su derecha sobre la mesa.
- ¿Qué es eso? ¿Un sucio en el tapete?
- No sé, porque no tengo lentes de aumento.
- La comida. ¿Ya la hiciste? El caso es de hambre.
- Eh, pero que tan raro que usted no es cocinero, sino cuando hay un BBQ.
En ese momento llora la niña.
- Ana María, la niña está llorando, ve a ver qué le pasa.
- ¿Y se puede saber por qué no va usted?
- Porque eso a mi no me toca y además tengo que terminar un proyecto para la oficina.
Fin del acto único:
- Definitivamente todos los hombres somos iguales y ustedes las mujeres también
- Sinceramente, papi, a uno no lo preparan para esa situación. En la universidad se supone que las mujeres no nos vamos a casar, ni vamos a tener hijos. Ni allá ni en el colegio recibimos capacitación adecuada.
- No seas injusta, Ana María - dice la mamá- que nosotros hicimos todo lo posible por darte una buena formación.
- Sí, mami, pero a uno estudiando, no le queda tiempo para ayudar en la casa. Yo en mi empresa manejo con competencia partidas de muchos millones pero todavía no he logrado cuadrar un solo mes del presupuesto hogareño. De niños no sabía nada. Me cogen de sorpresa las deshidrataciones, los virus y la dentición. ¿Habría una capacitación técnica en hogar?
- Eso, hija es lo que yo enseño en los Centros de Formación Familiar: Una secuencia lógica de los oficios, puericultura, economía doméstica, primeros auxilios…
- Lo que sucede hija - dice el papá - es que la situación de la mujer cambió drásticamente. Y como nosotros, a través de las comunicaciones, hacemos en cinco años los procesos que en otros países se toman cincuenta, no tenemos tiempo para adecuar debidamente a las personas que los viven o mejor dicho que los sufren. Las mujeres están estrenando liberación y los hombres estamos estrenando mujer liberada. Y a los dos nos aprieta el zapato.
- Y ¿entonces papi qué se hace?
- Preparar, no solamente a la mujer, para asumir esa nueva situación sino también al hombre, cuyo papel está cambiando igualmente en la familia.
- ¿Y qué hacemos las que no tuvimos tiempo de prepararnos y nos casamos con hombres con otro sentido de su papel de esposos y de padres?
- Ana María, la mujer ha sido siempre increíblemente adaptable y recursiva. Desde que el mundo es mundo ha sabido responder a los desafíos de la historia. A éste también, ya lo verás.
- Sí, pero ¿qué hacemos con los hombres?