¿Mami, y eso no es
sino en los cuentos?
(Felicidad)
- ¿Qué, tesoro?
- Que viven muchos años y son muy felices.
- No, Laura, contesta la mamá riéndose, eso sucede también en la realidad.
- ¿Y cómo hace uno para que le suceda?
- Hay parte que uno puede hacer y parte que no. Empecemos por lo de vivir muchos años: Si uno es organizado, se alimenta bien, duerme lo suficiente, es prudente, no fuma, no exagera el licor, puede vivir más tiempo. Pero eso, mi amor, lo maneja Dios, porque nadie está libre de las enfermedades ni de los accidentes.
- Sí, mami, claro como cuando se cae un avión o se matan en un carro.
- Sí, hija, ya entendiste. Pero dime Nati, que estás tan calladita, ¿qué crees tú que es ser muy felices?
- Para mi la felicidad es saber arreglar los problemas, es estar contentos, unidos, no separarse.
- Yo creo, agrega Laura, que ser muy felices es que los papás jueguen con uno, que le vaya bien en el colegio, que lo lleven a pasear, que le regalen muchas cosas bonitas, que tenga muchos juguetes, una casa bien linda…
- ¡Qué lista tan larga! Me lo estás poniendo muy complicado, Laura. ¿Tú no conoces a nadie que no tenga todo eso que tu mencionas y sea feliz?
- ¡Ay, mami!, yo no sé…
- Piensa, mi amor, mientras yo llamo a tu abuelita.
La mamá regresa al momento y muy interesada, pregunta:
- ¿Ya pensaste?
- Sí, mami, Gloria! Porque es pobre, no tiene papá, vive en un ranchito pero siempre está riéndose y goza con todo.
- ¿Ves, Laura, uno no es feliz solamente por lo que tiene?, La felicidad es algo que se siente por dentro.
- Sí, mami, ya me acordé del cuento de la tía Merce.
- Cuál de todos?
- Ah pues el del rey aburrido.
-¿Y qué le pasó a ese rey?
- Que él quería ser muy, pero muy feliz y no podía. Y un sabio le dijo que consiguiera la camisa de un hombre feliz y se la pusiera y que con eso tenía. Entonces el rey mandó muchos mensajeros a buscar al hombre feliz por el mundo entero. Pasaron muchos días y al fin volvió uno muy cansado y le dijo: Majestad, encontré al hombre feliz. -La camisa, la camisa, le dijo el rey. —Ay, majestad, dijo el mensajero muerto de miedo, es que el hombre feliz no tenía camisa.
- ¿Y tu quisieras vivir aburrida como el rey del cuento?
- Ay, no mami.
- Pues entonces tienes que aprender a ser feliz, porque papá y yo te podemos dar cariño, educación y las cosas que son necesarias, pero no te podemos hacer feliz. La felicidad es tarea de cada uno.
-¿Y cómo se aprende, mami?
- Pensando todos los días, al despertar, en las cosas lindas que Dios nos ha dado: La familia, los amigos, el sol, las flores, el agua, la vida. Y no quedarnos en las cosas malucas y duras que a veces a todos nos pasan.