Mami, ¿ese niño por qué es así?
(Cariño, dedicación)
-¿Cómo, mi amor?
- No sé… raro, dice Sebastián.
- Sí - añade Celina - no habla, no juega con uno y vive triste.
- Aburrido.
- No - se empeña Celina - triste.
- Y la hermanita mami, no camina.
- ¿Cómo sabes?
- Porque fuimos a la casa y gatea, pero no camina.
- Estará muy chiquita.
- No. Tiene más de dos años. Yo pregunté.
- Hay niños que se demoran para caminar.
- Pero no tanto.
- ¿Quién te dijo?
- Mi profesora.
La mamá, vencida, desiste de sacarle el cuerpo a la pregunta.
- Bueno, les voy a decir que es lo que yo creo que les pasa a esos niños:
Les falta cariño, que los carguen, que los acaricien, que los estimulen.
-¿Cómo? - pregunta Celina con sus ojos azules abiertos- si ellos tienen papás.
- Pero es que… vacila la mamá.
- ¿Pero es que qué?
- Que no todos los papás aman a sus hijos.
- ¿Cómo no va a querer uno a los hijos?.
- Es que hay gente que no sabe amar.
- ¿Y cómo se aprende a amar?
- Recibiendo amor, mucho amor del papá y de la mamá. El niño se llena de afecto y eso es como una fuerza que lo hace sonreír, gatear, caminar, hablar, inventar y desear hacer cosas.
- ¿Entonces ustedes a nosotros nos quisieron mucho?.
-¿Cómo lo sabes?
- Porque caminamos, hablamos, vivimos contentos, corremos, pintamos, hacemos daños, peleamos y de todo.
- Sí, mi amor, papi y yo los adoramos.
- ¿ Y la mamá de esos niños dónde vive? Yo nunca la veo en la casa. ¿Y por qué no los quiere?
- Seguramente porque ella no recibió cariño y no lo sabe dar.
-¡Ay, qué dicha!
-¿Cómo Celina? ¿Qué dicha que esa mamá no sepa dar afecto?
- No, mami, qué dicha que cuando yo tenga un bebé, yo lo voy a querer mucho.
¿No ves que tengo todo lo que ustedes me dieron, para dárselo a él?
- Y yo también, termina Sebastián.