Juan Pedro, ¡sé sincero!
(Responsabilidad, sinceridad)
- Pero, papi…
-¿Es verdad o no que rayaste un carro con la moto y te volaste?
- El otro tuvo la culpa.
- El hecho es que tú le aporreaste el carro. ¿Por qué no paraste y diste una explicación?
- Porque lo meten a uno en la grande.
- Chocarse es un riesgo que se corre al manejar. Y hay que asumirlo.
- De todos modos, hijo - dice la mamá- uno debe responder por lo que hace y cargar con las consecuencias. Me parece que eso fue lo que siempre les enseñamos.
- Pero, mami, no hubo heridos.
- No te salgas por la tangente. Averiaste el carro.
- Todo el mundo hace lo mismo. Se vuela para no meterse en líos.
- Todo el mundo. ¿Y eso es lo que da la norma? Irse, aun cuando se mate a alguien. Eso, Juan, es cobardía e irresponsabilidad.
- Uno se tiene que defender.
- ¿Y no se le da oportunidad al otro?. Observa hijo. Cuando se comete un error, siempre se culpa a alguien: En la política, en los negocios, hasta en la familia…
- Sí, Juan. Nadie quiere enfrentarse con la culpa, así sea para justificarse. Simplemente se la chutamos al otro.
- Yo fui el que armó el lío - dice Alfonso- Iba detrás, lo vi todo y le conté a papi. Se trataba de un señor de edad.
-¿Y anotaste la placa?
- Sí.
- Bueno ,Juan, mañana nos vamos los dos. Averiguamos por el dueño del carro y tú hablas con él.
- Eso es el colmo, papi. Los daños no valen cincuenta mil pesos. Fue culpa del viejo, seguramente ya ni se acuerda, y tú vas a poner problema.
- No. Te voy a dar una lección. La de responder por tus actos. Y ojalá no la olvides.
- Todavía que fuera grave…
- Se vuelve grave, porque por ahí se empieza. Más tarde se vuelve ya una conducta.
-¿Quién dijo, papi? ¿Porque por una vez?…
- Lo dijiste tú mismo: Todo el mundo lo hace.
- No me pierdes palabra.
- No. Y ahora habrá menos.
- ¡Porque tú no lo vas a hacer!