¿Mami, te diste cuenta?
(Fraternidad, amistad, comprensión)
- ¿De qué, Lina María?
- De que esa amiga tuya estuvo aquí toda la tarde y no hizo otra cosa que hablar mal de la gente.
- Ya ves que sí, ahora que tú lo dices me doy cuenta.
- Y tú ¿por qué eres amiga de ella? Seguro que donde llegue va a empezar a hacer lo mismo contigo.
- Probablemente.
- ¿Y tú tan tranquila?
- Sinceramente a mí eso no me preocupa. Uno es lo que es y los demás ni le quitan ni le ponen.
- Ay mami, pero tú misma dices que no basta con ser honrada, sino que hay que parecerlo.
- Eso es distinto, porque uno no debe dar que hablar ni siquiera con la apariencia, pero es que esta señora inventa la apariencia.
- Pero entonces, mami ¿por qué sigues de amiga de ella?
- Porque fuimos compañeras de colegio, nos conocemos desde chiquitas y no creo que uno tenga derecho a rechazarla, sino más bien debe procurar ayudarle.
- ¿Y cómo, si ya ni siquiera te das cuenta?
- Me doy y no me doy, Lina. No creo que la forma para que ella cambie deba ser agresiva. Confío más en que el hecho de uno nunca hablarle mal de nadie pueda convencerla
- Pero si nadie le dice nada, va a estar cada vez peor.
- No, porque llega el momento en que uno, con cariño, le puede hacer entender. Es mejor callarse cuando no se tiene nada bueno qué decir de alguien.
- Sí, mami, pero mientras tanto ha acabado con la fama de media humanidad.
- No, Lina, ya todas la conocemos y no le hacemos caso.
- Vean a mi mamá. Tiene un método educativo para las amigas y otro completamente distinto para las hijas.
- Claro, porque ustedes están jóvenes, están por hacer. Si yo las corrijo cada vez que lo hacen, el no hablar mal de nadie se les vuelve una segunda naturaleza. Y llega un momento en que les repugna. La prueba es lo que te acaba de pasar ahora.
- Ah, contigo uno siempre lleva las de perder.
- O las de ganar, porque tú en cambio, te callas más bien que hablar mal de una amiga, así sea con toda la razón.
- Eso se llama lealtad.
- Y, traducido en cristiano, caridad.